Hiperproductividad: ¿Por qué no es sinónimo de éxito?
Los mandatos sociales contemporáneos sobre la productividad, el esfuerzo que nos entrampan en la búsqueda de éxito constante y pueden deteriorar nuestra salud mental.
"No le pusiste la suficiente ganas" "Si se quiere se puede" aparecen esas frases que apelan a la voluntad y muchas veces con la voluntad no alcanza ,y ¿qué pasa cuando la voluntad no alcanza? pueden sobrevenir efectos de padecer subjetivo que van de la mano con el hecho de no lograr y no haber alcanzado o no haber hecho lo suficiente o no haber podido triunfar, lo que ubica al sujeto padeciente en un lugar de insuficiencia, cobardía o ineptitud cuando en realidad no se trata de eso.
Si no corres, si no estás ocupado 24/7, si no se te marcan las ojeras del cansancio, si no estás con el famoso "a full" no estás dentro del sistema y se incluye al sujeto dentro de la categoría del "vago" del "conformista" del que "no aspira a más". El sujeto perteneciente a esta masa de la hiperproductividad es el que vive agotado y saturado. La idea del Progreso hace persistir la creencia de que se puede alcanzar hacia un estado de mayor perfección y mejor vida un estatuto de bienestar que más bien va de la mano de la utopía.
¿Por qué estamos sometidos a la hiperproductividad?
Estas ideas no consideran la complejidad que supone el universo del lazo social, las ciencias, los avances de la cultura y la globalización postcapitalista, los ideales sociales en auge y la supremacía de lo inmediato y lo desechable en términos de utilidad son los que ocupan un lugar predominante en el imaginario social de la actualidad, por lo que inevitablemente nos conducimos a la pérdida de referencias y valores que sustenten y den consistencia a nuestras metas y proyectos vitales a largo plazo que han sido desplazados por lo transitorio efímero y fugaz a lo que el sujeto se despoja de una responsabilidad y reprochabilidad ante el vacío o falta de posteriores efectos que traigan aparejado el hecho de una implicación de aquello que elude. La pregunta radica ¿en dónde está el deseo? ¿en dónde está ubicado el sujeto? - se trataría de responder a un imperativo superyoico que demanda e insiste en una ilusión utópica progresista y no sabemos con certeza cuál es el costo que estamos dispuestos a pagar como sujetos de esta hipermodernidad post-capitalista.
Es importante recordar que el éxito no se mide únicamente por la productividad o el logro constante. La presión por cumplir con estos estándares irreales puede llevar al agotamiento y la pérdida de sentido. En lugar de perseguir una utopía inalcanzable, es fundamental reconocer nuestras limitaciones y encontrar un equilibrio que nos permita vivir de manera plena y satisfactoria. Los mandatos sociales contemporáneos sobre la productividad, el esfuerzo que nos entrampan en la búsqueda de éxito constante y pueden deteriorar nuestra salud mental.
En este contexto, la terapia puede ser una herramienta valiosa para explorar nuestros deseos y necesidades, y para encontrar un lugar propio en el mundo. A través de la terapia, podemos cuestionar los mandatos sociales que nos imponen la hiperproductividad y el éxito a toda costa, y construir un camino más auténtico y significativo, basado en nuestros propios valores y aspiraciones. La terapia nos brinda un espacio seguro para reflexionar sobre nuestras experiencias, identificar patrones de pensamiento y comportamiento que nos limitan, y desarrollar herramientas para enfrentar los desafíos de la vida de una manera más saludable y adaptativa. Cuidar de nuestra salud mental implica reconocer que no siempre podemos hacerlo solos, y que buscar ayuda profesional es un acto de valentía y autocuidado. Al hacerlo, nos damos la oportunidad de vivir una vida más plena, equilibrada y en armonía con nuestro verdadero ser.
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