¿Qué es el síntoma transgeneracional? Cómo puede afectarnos nuestra historia familiar

Muchas veces cargamos con mochilas que sentimos no nos pertenecen. Cuestiones que se nos hacen cuerpo, síntomas, dolencias, angustia y que no entendemos que vienen a decirnos. No terminamos de comprender o de descubrir el origen, la raíz.

¿Qué es el síntoma transgeneracional?

Nuestra constitución está marcada por factores que nos anteceden, lo que somos es en parte lo que nuestros padres son o han sido y también lo que nuestros abuelos e incluso bisabuelos han sido. Esto quizás es en parte porque somos criados bajo una misma línea, que si bien puede mutar o modificar cuestiones debido a las épocas todas parten del mismo origen.

Imaginemos el tiempo como un hilo que pende, por ese hilo transcurren diferentes generaciones en consecuencia. Cuestiones de crianza, culturales y vinculares, corren por el hilo de generación en generación. No es diferente para los síntomas, vemos como surgen, aparecen y se continúan, pueden pausarse en ciertas etapas y reaparecer en otras. En caso seguro, es inminente que aquello que permanece latente tiende a reaparecer. Aquello a lo que no se le otorga voz, aquello que no se nombre, lo "no dicho" tiende a entrometerse.

Es importante entender que aquello que somos, con nuestros aspectos positivos y negativos es resultado de una historia. Por eso, al entender lo que nos sucede es interesante vernos de una forma holística, no solo a nosotros sino también nuestra familia. Comprender que somos resultado de nuestra historia, de los modos de crianza, de las exigencias y mandatos socioculturales. Que nuestro padecimiento puede estar, seguramente lo esté, asociado con el de un familiar de nuestra misma línea o de líneas anteriores.

Es preciso afirmar que nos interpela la necesidad de sentirnos parte de un grupo que nos represente, esto por supuesto se extiende a lo familiar. Nos constituye y nos brinda ese lugar seguro al cual le debemos reciprocidad, ese formar parte, sentirse dentro incluye cuestiones sintomáticas asociadas. Nos constituyen las características y modismos culturales, las formas y costumbres como así también los mandatos y deberes.

Este dolor traspasado de unos a otros miembros de la familia va generando creencias disfuncionales en cada uno de sus miembros, afectando considerablemente a la autoestima, ya que se percibe un ambiente de rechazo, desconcierto, inseguridad, o abandono emocional, en el mejor de los casos, ya que las conductas desajustadas pueden llegar a ser de una violencia psicológica, física como emocional. El dolor sigue heredándose, dificultando o impidiendo las expresiones de amor y compartir entre los miembros familiares, por lo tanto aparece una la incomunicación, culpa, vergüenza, miedo, dando lugar a la vez dificultades en las relaciones interpersonales, en el desarrollo académico y laboral, y en prácticamente todos los ámbitos de la vida. El ciclo sigue y se traspasa a la nueva generación.

¿Cómo trabajar para separarnos de estas cuestiones que nos determinan y conforman nuestra sintomatología? En primer lugar, el punto inicial sería la identificación del malestar. Detectar aquellas ideaciones y construcciones simbólicas que son el origen del malestar, aquellos que no se ha tramitado, dialogado aquello que no fue verbalizado y se ha transmitido de manera sistemática sin ser resuelto. Dar lugar a la palabra, a la significación, desentramar sentidos y resignificar conceptos. No es una tarea fácil, generalmente se torna difícil lograr identificar los componentes y desentramar sus significados para poder así separarse de ellos de manera consciente. Es un trabajo personal en el cual el espacio terapéutico habilita, acompaña y sostiene al proceso.

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