Aceptar es proteger. Cómo actuar ante un proceso de cambio de género.
Cuando un hijo se identifica con el género opuesto o una pareja decide iniciar una transición hacia otro género surgen muchas preocupaciones. La aceptación debe ser la primer respuesta.
Se ha celebrado en Buenos Aires el día del orgullo LGBT. Mucha agua ha corrido bajo el puente, desde las sanciones de las leyes de matrimonio igualitario, de identidad de género, el uso del lenguaje inclusivo hasta las nuevas generaciones de jóvenes iniciando la protesta más grande de la historia en Chile. Lo cierto es que nos ubicamos en un momento histórico en el que muchas de nuestras certezas y valores están siendo cuestionados por nuevas generaciones que parecen vivir a un ritmo difícil de seguir, o de entender…
En el plano de la sexualidad, comienzan a nombrarse con géneros neutros, a correrse en mayor o en menor medida de los códigos de vestimenta según dos géneros, a emplear identificaciones de las que poco se ha escuchado (está siendo cada vez más frecuente escuchar personas que se identifican como "no binaries"). Empezamos a leer de casos de niñxs que cambian de género y lo reflejan en sus nuevos documentos, generando interrogantes en su familia, en la escuela y en el resto de la sociedad. Se trata de un panorama en el que hay muchas preguntas y pocas respuestas. Y en momentos de incertidumbre, donde se elevan los niveles de ansiedad, la reacción de muchas personas es la de apegarse a lo conocido, a las creencias y valores que conocen, que al menos permiten explicar estos cambios y ofrecer una aparente solución: la de "corregir" de alguna manera estas desviaciones compulsivas, la de reintroducir los valores que las nuevas generaciones parecen haber olvidado. Una reacción esperable, entendible, pero que analizada bajo la lupa científica termina demostrando su fracaso.
Una de las instituciones que más investiga y aborda la cuestión de la sexualidad y el género es el Instituto Ackerman de Nueva York a través del Proyecto Género y Familia. A esa institución son llevadxs por sus familias niñxs que empiezan a manifestar conductas que no coinciden con el género que les asignó, o parejas en las que alguno de sus miembrxs quiere realizar la transición a otro género. Para todos los casos, el Proyecto Género y Familia trabaja con un lema que guía toda su intervención y que divulgan en todos los medios: "Aceptance is Protection" ("la aceptación es protección"). El conocimiento científico en salud mental ha avanzado lo suficiente como para concluir que es IMPOSIBLE modificar la conducta de una persona de forma tal que adopte una orientación sexual o una identidad de género deseada. Los falsos tratamientos para "curar" la homosexualidad hoy están prohibidos en numerosos países. Del mismo modo, es imposible que lxs padres puedan "enderezar" la conducta de un hijx que se expresa de forma diferente al género que se le asignó (en Argentina salió a la luz el caso de Lulú, la primer niña trans en obtener un DNI acorde a su autopercepción de género, a la cual ni la madre ni algunxs terapeutas pudieron modificarle su tendencia a comportarse como una niña).
Esta conclusión, lxs psicólogxs lo sabemos, implica lidiar con un duelo: la caída de esa imagen que teníamos de nuestro hijo que ahora se comporta como una niña, la caída de esa imagen que teníamos acerca de esa pareja que ahora quiere empezar su transición. Las investigaciones en psicoterapia apoyan la idea de que existe una forma por parte del entorno de influir sobre la persona que está transicionando a otro género: generando condiciones saludables para el desarrollo personal a través de la aceptación. Si podemos hacer nuestro duelo, evitando depositarlo sobre ese ser querido que está transicionando o que simplemente adopta conductas que no son las esperadas para el género que le asignamos, estamos convirtiéndonos en un factor protector para la salud mental de esa persona, que al convivir en un clima de aceptación puede encarar su desarrollo personal sin angustias, ideas persecutorias o sensación de inestabilidad.
Si hacemos lo contrario (juzgar, pedirles que nos entiendan a nosotros) le estamos transmitiendo que no lxs amamos por lo que son, favoreciendo que aparezcan sentimientos de culpa y rencor que impidan su desarrollo e incluso la aparición de sintomatología: depresión, ansiedad, inestabilidad emocional, ideación suicida, falta de autoestima. Es común que el motivo de consulta de muchos pacientes que atraviesan algún grado de transición de género o que sienten deseos homosexuales sean síntomas como los descritos, teniendo su sexualidad en mayor o menor grado decidida. En otros casos, la persona experimenta su sexualidad con dudas, inseguridades y angustia puesto que ha introducido en su psiquismo el juicio severo de su entorno, no pudiendo entonces experimentar su sexualidad de manera pleno y sintiéndose culpable por lo que siente.
Para un padre, para una pareja, puede ser muy duro resignarse a que un ser querido no responda a la imagen que nos hacíamos de él y a la que hasta no hace mucho seguía respondiendo (por miedo a fallarnos). Este duelo hay que atravesarlo el tiempo que sea necesario, pero sin cuestionar lo que ese ser querido está experimentando. La psicología hoy nos dice que aceptar es proteger y que tenemos la oportunidad de convertirnos en un factor protector para el desarrollo personal de nuestros seres queridos.
Las informaciones publicadas por MundoPsicologos.com.ar no sustituyen en ningún caso la relación entre el paciente y su psicólogo. MundoPsicologos.com no hace la apología de ningún tratamiento específico, producto comercial o servicio.
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